El sistema financiero como lo conocemos está cambiando. Creemos que las criptomonedas cumplirán un rol importante en esta transición. La descentralización de procesos tradicionales nos ofrecerá una nueva oportunidad para mejorar la infraestructura, eficiencia e igualdad de oportunidades. Este potencial crecimiento nos permitirá crear una interesante relación de riesgo y retornos.
Desde la crisis financiera de 2008, hemos visto una fuerte disminución de la confianza en el sistema monetario actual. Sin embargo, las primeras grietas en este sistema no son de los últimos años; se remontan a la década de 1970. Desde el abandono del patrón oro, los gobiernos han podido crear dinero adicional sin estar respaldados por una reserva. Las consecuencias de esto son cada vez más visibles: la inflación está aumentando y una proporción cada vez mayor de la población se está dando cuenta de que esto no puede continuar indefinidamente.
Bitcoin se desarrolló como una moneda descentralizada y digital en respuesta a este problema. Gracias a la descentralización, no existe una autoridad central y factores clave importantes como la inflación están predeterminados. Desde el éxito de Bitcoin, el mercado ha evolucionado mucho, por ejemplo, ahora hay más de 15 000 criptomonedas diferentes, cada una con su propio propósito. A pesar de su crecimiento exponencial en las últimas décadas, el mercado aún es relativamente joven y pequeño, lo que lo convierte en una clase de activo interesante para los inversores. Obtenga más información sobre cómo invertir en criptomonedas en nuestra Guía del inversor en criptomonedas.
Criptomonedas y ESG
Estamos convencidos de que las criptomonedas tienen el potencial de crear una mayor equidad en el mundo. Nuestro actual sistema económico depende en autoridades centralizadas, por ejemplo bancos y gobiernos, los cuales suelen interferir con las transacciones, congelar cuentas o incluso denegar acceso completo. Nuestro sistema actual es proclive al error humano. Gracias a la descentralización y la automatización de procesos bancarios y financieros, el rol de un intermediario se vuelve innecesario, lo cual se traduce en oportunidades más justas y equitativas para todos.
En una economía descentralizada, todos pueden participar sin importar su origen, género o religión.
Sostenibilidad y temas medioambientales se están convirtiendo en temas de discusión importantes. Nosotros también nos encontramos con estos temas como contra-argumentos a la inversión en criptomonedas.
Aunque reconocemos el consumo de energía de Bitcoin actualmente, consideramos que los beneficios superan estos problemas. Es verdad que Bitcoin depende de la energía de computadoras para poder operar, esto no aplica al 99% de las criptomonedas. Pese al hecho de que el consumo de energía de Bitcoin se mantendrá alto, consideramos que esos procesos mejorarán en el futuro. El uso de energía será más eficiente y, sobre todo, la fuente de energía mejorará. Por ejemplo, los invernaderos en los Países Bajos están operando gracias a la energía de Bitcoin y muchas empresas petroleras están convirtiendo su basura en energía extra para generar Bitcoins.
Se estima que aproximadamente entre el 40 y 75% de la energía consumida por la red de Bitcoin es extraida de energía renovable.
En Hodl, queremos en invertir en un futuro en el que todos puedan participar en una red financiera abierta y transparente. En los últimos meses, hemos visto la aceleración en la adopción y estamos convencidos de que esta adopción seguirá aumentando. Especialmente en países donde el sistema monetario actual le ha fallado a sus ciudadanos durante generaciones.
También esperamos un aumento en la eficiencia operativa en las diversas criptomonedas. Por ejemplo, Bitcoin ha visto un aumento constante en la cantidad de mineros que se cambian a energías renovables, y Ethereum ha comenzado a rediseñar su tecnología subyacente. Mientras que una computadora solía llenar una habitación completa durante el auge de Internet, más tarde se volvió mucho más eficiente.
Creemos que las criptomonedas se pueden usar para crear un sistema financiero superior que tendrá un impacto global en todos los niveles de la sociedad, independientemente de su religión, clase o género.
